domingo, 24 de agosto de 2014

El trágico desenlace en la vida de Ebossé

Una de cal y otra de arena. Así es el fútbol, ese deporte que unas veces te hace llorar de alegría y otras te repugna con desgraciadas noticias como la del trágico fallecimiento de Albert Ebossé a manos de unos inconscientes. Su último día de vida, un drama de película.


Albert Ebossé Boojongo nació el 6 de octubre de hace 25 años en Douala (Camerún). Tras jugar varios años en el equipo de su ciudad, en 2012 se trasladó a Argelia para comenzar su andadura profesional en el mundo del fútbol fichando por el Perak FA.

Un año después, en 2013, el delantero camerunés cambió de equipo pero no de país. Se marchó al JS Kabylie. Allí consiguió extraordionarios números que le llevaron a ser el máximo goleador de la Liga de Argelia la pasada campaña con 17 tantos.

Ayer, el JS Kabylie jugaba en su estadio el segundo partido de Liga (el primero lo ganaron 0-2) ante el USM Alger. Lo visitantes se adelantaron, pero Ebossé puso las tablas de penalti. Pero en la recta final el Alger se volvía a adelantar para poner el 1-2 definitivo.

Entonces los aficionados se encolerizaron e incomprensiblemente pagaron su enfado con los jugadores de su equipo, lanzándoles objetos cuando se retiraban hacia el túnel de vestuarios. La mala suerte se cebó entonces con el mejor jugador del equipo. El Pichichi, el que había hecho todo lo posible por ganar ese partido. Ebossé recibió una pedrada en la cabeza y fue trasladado al hospital más cercano donde falleció poco después.

Hamza Bencherif, escribió en Twitter: “Descansa en paz mi amigo, mi compañero de pieza. Que Dios te dé la bienvenida en el paraíso, Alberto Ebosse”.

La cara y la cruz en menos de 24 horas
A la fatalidad de este acontecimiento hay que sumar un hecho que había tenido lugar en la misma mañana del día de ayer. La mujer de Albert Ebossé daba a luz y el futbolista camerunés se convertía así en padre de una niña. Solo una horas pudo disfrutar Ebossé de su bebé, porque debía irse al lugar que más le gustaba, el campo de fútbol. Y eso hizo, se fue. Pero se fue para no volver. Una maldita piedra lanzada por un aficionado del equipo que Ebossé defendía en cada partido, decidió acabar con la vida del futbolista en el día más feliz desde que llegó al mundo.  Descansa en paz, Ebossé.

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