jueves, 16 de abril de 2015

Las sonrisas de Kloppo.

Si lo normal es abandonar el estadio en coche, Klopp se va caminando con la mochila a la espalda. Si lo normal es vestir de traje, Klopp va con chándal y gorra. Si lo normal es no reconocer que las cosas van mal, Klopp hace autocrítica con humildad. Si lo normal es despedirse entre lágrimas, Klopp se despide con una sonrisa. Una sonrisa embaucadora, optimista, magnánima y, hasta el 1 de julio, 'borusser'. Jürgen se va del Dortmund y el Dortmund se va de Jürgen. Por suerte, Jürgen no se va del fútbol y el fútbol nunca se irá de Jürgen.


Mayo de 2008. El Borussia Dortmund termina la temporada por debajo del ecuador de la tabla y se plantea cambiar de técnico. Thomas Doll, que había llegado dos años antes al Westfalenstadion, lucha cada fin de semana por mantener el colchón de puntos que alejan al equipo de los puestos de descenso y lo envuelve en una burbuja de mediocridad que no termina de convencer a la hinchada. Es entonces cuando Hans-Joachim Watzke, presidente de la entidad, hace un órdago y apuesta por Jürgen Klopp como técnico y Michael Zorc- jugador con más partidos en la historia del BVB- como directo deportivo.

Jürgen Klopp, un hombre de fútbol dedicado en cuerpo y alma al Mainz 05- 11 años como jugador y 8 como entrenador-, hacía las maletas y partía de la Renania del Sur, Palatinado, hacia la Renania del Norte, Westfalia. Fue raudo en su adaptación y pronto devolvió al Dortmund a los puestos de caché.

Desde aquel mes de mayo, la sinergia de Watzcke, Zorc y Klopp revitalizó a pasos agigantados el espíritu competitivo que caracterizaba al equipo durante la dorada época de los 90, y se alzaron con el título de la Bundesliga en 2011, tras 9 años en el dique seco.
Los jugadores del BVB celebran el título de la Bundesliga 2011

Los feligreses que peregrinan cada año a Maracaná (permítanme que lo considere el templo de la religión balompédica; la elección del dios ya se la dejo a su gusto) podrían atribuir el resurgir del Dortmund al destino natural de un equipo que, con una historia forjada y un pasado glorioso, está abocado a regresar al trono que tiene reservado en el Olimpo del fútbol. No obstante y dejando esta idea digna de estudio en manos de Iker Jiménez, la reconstrucción del BVB debe atribuirse en gran parte a los cimientos que diseñó Zorc con su majestuosa política de fichajes.  Una vez se superó el fantasma de la quiebra que amenazó al club 'borusser' a comienzos del siglo XXI, el equipo de la Cuenca del Ruhr se ajustó a un presupuesto fijo para evitar cualquier tentativa de mercado que atrajese de nuevo a los números rojos. Así, las cuentas se equilibraron, los salarios de los jugadores se estabilizaron y se potenció una política de fichajes que centro su atención en la contratación de jóvenes con talento y proyección, en su mayoría alemanes. Mientras Abramovich, Al-Khelaifi, Florentino Pérez y toda la ristra de magnates y jeques multimillonarios fichaban a golpe de talonario, el Dortmund agrupó, sin gastarse más de 5 millones por fichaje, una hornada de futbolistas ambiciosos que ahora son objeto de deseo por toda Europa.

Con la materia prima en casa, faltaba la última parte de la ecuación: un entrenador que depositase plena confianza en los chavales e hiciera ver a la afición que ese era el camino correcto. Mario Götze, Ilkay Gündogan, Robert Lewandowski, Nuri Sahin, Mats Hummels, Subotic y Marco Reus. De éstos, sólo el último, Reus, costó más de seis millones- 17 millones recibió el Monchengladbach- aunque la inversión se recuperó con la venta de Kagawa. Nombres desconocidos para el espectador medio en 2008 y que a día de hoy pueblan las alineaciones quiméricas que cada aficionado desearía tener en su equipo.

La simbiosis entre Klopp y la Südtribune se forjó desde el primer día que cruzaron miradas. Las gradas del Signal Iduna Park dejaban y dejan estampas envidiables con mosaicos titánicos orquestados por una enigmática sonrisa esbozada desde la zona técnica. La de un hombre que ha ganado en siete temporadas, 2 Bundesligas, 2 Supercopas de Alemania y 1 DFB Pokal. En la 2011-2012 logró el doblete después de 105 años, humillando al Bayern de Münich en la final de Copa. 
En su andadura internacional, el BVB acarició la gloria, pero una final fraciticida contra el Bayern de Münich terminó por coronar de nuevo a los bávaros, evitando que 'Kloppo' se alzase con la 'Orejona'.

El Borussia Dortmund de Klopp ejecutó un estilo definido y letal basado en la presión asfixiante, la velocidad en robo, el contraataque y las transiciones rápidas. Sin embargo, este estilo se ha ido difuminando en el último año y el equipo, décimo en la clasificación, vuelve a dar síntomas de la misma vulnerabilidad que exteriorizaba en la época de Doll. La afición acude cada partido al Iduna Park para alentar a su equipo con un sentimiento incontrolable de nostalgia. Lo que cuesta escalar la cima y lo fácil que es bajar tirándose al vacío, deberán pensar. Pero la Südtribune nunca abandona, sabedores de que una sonrisa da sentido a su pasión.

Las salidas de Mario Götze y Robert Lewandowski al eterno rival, el Bayern, debilitaron las estructuras que mantenían erguida la columna vertebral del equipo de la región del Ruhr. La llegada de Kevin Kampl incrementó las esperanzas de que el equipo remontase el vuelo y no cayese en un pozo sin fondo, pero la segunda vuelta no ha sido lo suficientemente buena como para entrar en Champions y lo que queda de temporada es un mero período de transición. 

Un período de transición de los que marcan épocas. La 'Era Klopp' se extingue, no por abandono ni rendición, sino porque todo lo que tiene un principio, tiene un final. Así lo ha expresado Klopp:

"Tengo el sentimiento de que ya no soy el entrenador perfecto para el Borussia Dortmund. El equipo necesita un cambio. Si yo me quedaba, tendríamos que cambiar demasiadas cosas. Si viene otro, pueden quedarse igual. 
No quería que un pasado increíble lastrara la evolución futura del equipo. No me voy porque estoy cansado. No es así. No voy a hacer un año sabático, pero no he hablado con nadie".


El BVB se sumergirá a partir del 1 de julio en la 'Era de los interrogantes'. ¿Quién puede hacerlo mejor que Klopp? ¿Qué cosas deben conservarse y/o renovarse de la 'Era Klopp'? ¿Seguir con la política de fichajes a bajo precio? ¿Qué será del BVB si también se marchan Reus y Gündogan?
La reflexión promete ser intensa y la transición que comenzará este verano atravesará tramos muy complicados e inundará el entorno borusser de incertidumbre. Pese a todo, si lo que pasara en un terreno de juego fuese previsible o atendiese a la razón, el fútbol no sería un deporte sino una ciencia. La Südtribune va a seguir al pie del cañón, buscando desde la distancia, una mueca  de un líder y amigo. Vayas donde vayas, entrenes donde entrenes, sonríe Kloppo.
Klopp abandona a pie el Iduna Park tras caer contra la Juventus
Por Carlos Fernández (@Misterligas).



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