lunes, 23 de octubre de 2017

La caída de Koeman: su creación fue su destrucción.




14 de junio de 2016. Moshiri y Kenwright anuncian de manera oficial su apuesta para reflotar un Everton hundido y moribundo. No necesita presentación, es Ronald Koeman. Su misión, poner fin a dos años de retroceso, letargo y excursiones por la entrañas más profundas de la mediocridad.

El nuevo proyecto debía constar de tres fases: transición, afianzamiento y éxito. Durante el curso pasado, se trabajó correctamente para superar la primera fase. Se dio salida a jugadores de la etapa oscura (Oviedo, Howard, Gibson, McGeady, etc.) y entrada a futbolistas con potencial, ambición y nivel óptimo.

Sobre el césped, la prioridad era recuperar la solidez defensiva, mejorar el juego aéreo y eliminar los ataques en estático inocuos que monopolizaban los partidos de la era Bob.

El equipo carburaba. Cada decisión tomada se traducía en un progreso lento pero constante. Primeros empates contra equipos de la parte alta: Tottenham y los dos grandes de Manchester. Y dos victorias muy meritorias en Goodison Park. 2-1 al Arsenal y una contundente goleada por 4-0 al City de Pep que avivaba la euforia toffee y multiplicaba la confianza depositada en Koeman. 

Sin embargo, las carencias de la plantilla eran muy notorias. Durante muchas fases de los partidos, Lukaku interpretaba a Robinson Crusoe fajándose con los zagueros rivales sin aliados en su campo de visión. En el mediocampo faltaban galones para dominar con el esférico, en defensa se requería la contratación de un central de mayor garantías que Funes Mori y en portería, pese a las buenas actuaciones de Joel y Stekelenburg, las llaves de los 3 palos debían otorgarse a un guardameta de futuro, joven pero lo suficientemente contrastado como para competir contra los grandes del continente.

El equipo logró afianzar la séptima posición y pese a la mala actuación en las copas, la valoración final de la temporada, con el 7º puesto, la clasificación para la previa de UEFA Europa League y el protagonismo en el primer equipo de jóvenes de la casa como Davies, Calvert-Lewin o Holgate, decantó la balanza hacia el positivismo y la satisfacción de los aficionados. "Con Koeman vamos por buen camino".

Primera fase superada. El verano de 2017 iba a ser un reto. Suplir la salida del gran bastión del equipo, Romelu Lukaku. 25 goles en 38 jornadas. El gran cañón ofensivo y en muchos momentos el único. Koné y Enner Valencia, qué decir de ellos, son muy simpáticos.

Al margen del dinero que dejaría posteriormente en las arcas el belga, Moshiri no tuvo reparo en rascarse el bolsillo para reforzar todas las posiciones. Pickford, Klaassen, Sandro, Keane, Rooney, Sigurdsson. No era un espejismo, el Everton estaba compitiendo en el mercado de fichajes y convencía a jugadores pretendidos por toda Europa. Pero el petardazo se hacía esperar. La taquilla de Lukaku en el vestuario seguía libre. 

 Ante la imposibilidad de traer un delantero de la talla de Romelu, Koeman optó por contratar muchos jugadores de aportación ofensiva poco habituados a actuar como referencia fija en la punta de ataque pero que en conjunto pudieran igualar y superar las cifras goleadoras del actual ariete del United. El almanaque se iba desprendiendo de hojas y el Everton no presentaba a su delantero. F5, F5, F5. No hay noticias. Entonces llegó el 31 de agosto y el desenlace de mercado trajo consigo una horda de desagradables recuerdos del pasado. Movimientos desesperados, mala gestión y prisas inoportunas. Ni Giroud, ni Batshuayi, ni Costa, ni Dolberg. OUMAR NIASSE. El delantero que Koeman había condenado al ostracismo desde su primer entrenamiento en Finch Farm, iba a ser el ‘fichaje’ bomba que el seguidor toffee llevaba meses esperando ante la inminente salida de Lukaku. A esto se sumó la crispación por el 'caso Barkley', su sempiterna indecisión sobre su futuro culminó con una espantada cuando estaba a punto de pasar reconocimiento médico con el Chelsea. 

“El fantasma del pasado vendrá solo de visita unos días, convivió tanto tiempo entre nosotros que anhela no jodernos la existencia, pero ni Moshiri, ni Kenwright, ni Walsh, ni Koeman, ni los jugadores le permitirán quedarse por mucho tiempo” pensaban algunos ilusos (me incluyo).

Sin demasiado tiempo para lamentaciones, la segunda temporada de Koeman a orillas del Mersey iba a arrancar con un calendario amenazador. Tras ganar con sufrimiento en la primera jornada al Stoke, gracias a un gol de Rooney en su anhelado redebut con el Everton en Premier, y sellar el billete de Europa League ante el Hajduk, los cinco compromisos siguientes eran contra Manchester City, Chelsea, Tottenham, Atalanta y Manchester United. Mi sensación de cara a afrontar este duro inicio de campaña, fundamentada en un verano con demasiadas turbulencias, me impedía contemplar un gris: o salimos gloriosos o acabamos en la UVI.

Nos empata el City jugando con diez, derrota en Stamford Bridge, nos vapulea el Tottenham, recibimos una paliza en Bérgamo y el United de Mou nos endosa un 4-0. Efectivamente, directos a la UVI. El escepticismo se dispara en Goodison, la falta de gol clama al cielo y el muro defensivo se desploma a pedazos. 

Afortunadamente, el calendario brinda al equipo un ligero respiro con la visita en el horizonte de varios rivales, a priori, inferiores. Superado el primer escollo en la Carabao Cup ante el Sunderland, recibimos al Bournemouth. Y entonces ocurre un milagro. Niasse entra desde el banquillo y remonta el partido con dos goles. El jugador al que Koeman había dejado sin taquilla meses atrás, le salva del fatídico primer match point.

Pero ni Niasse es Rafa Nadal para salvar bolas de partido cada día, ni se puede esperar que los milagros te visiten semanalmente. Los próximos 5 enfrentamientos, dos de UEL y tres de Premier, no merecen ser detallados. Como denominador común, pérdida de identidad, innumerables cambios de esquema, vulnerabilidad extrema y una columna vertebral hecha añicos. Como desenlace, la directiva comunica, a 23 de octubre de 2017, la destitución de Ronald Koeman como entrenador del Everton. 


496 días en el cargo. Bastan apenas 60 días para echar por tierra los otros 436 días de trabajo. Así funciona esta locura llamada fútbol. 


Koeman se encontró una moto abandonada y polvorienta que conservaba un motor en muy buenas condiciones. La utilizó durante meses añadiendo distinta prestaciones, pero cuando se averió el motor, no supo repararlo correctamente y la moto perdió potencia. Al poco tiempo, los problemas del motor fueron agravándose y se trasladaron al resto de mejoras que había aplicado en frenos, neumáticos, suspensión, etc. Finalmente la moto quedó inutilizable. 

Ahora el ciclo vuelve a su punto de partida. Transición, Afianzamiento y Éxito. Tres palabras que describen una travesía interminable. Mientras algún entrenador logre llevarnos a la meta, disfrutemos el camino, que nos regala goleadas inimaginables (4-0 vs City) y resurrecciones milagrosas (Niasse). 


COYB.


Carlos Fernández Llamas,

@misterligas.






martes, 28 de julio de 2015

Progresa adecuadamente.

Resultado de imagen de Rafa Benítez, Real Madrid.El Real Madrid, que se encuentra en China inmerso en una de sus habituales giras veraniegas, ansía captar lo más rápido posible las ideas que pretende inculcar su entrenador, Rafa Benítez. Las actuaciones de los blancos en los primeros partidos de pretemporada invitan al optimismo.

martes, 30 de junio de 2015

Repoblando Lombardía para devolver la ilusión.

Gigantes en la historia, pequeños en el presente
No son buenos tiempos en la región norteña italiana de Lombardía. Los milaneses añoran los gloriosos tiempos del pasado y cantan en tono melodramático una melodía que se aleja conforme avanza el tiempo de forma inexorable, el himno de la Champions League. Ni los nerazzurri, ni los rossoneri; ni el Giuseppe Meazza o San Siro. El fútbol en Milán ha quedado relegado al ámbito doméstico tras una temporada aciaga de Internazionale (8º con 55 puntos) y AC Milan (10º con 52 puntos).

lunes, 15 de junio de 2015

El Atleti se desprende de dos de sus joyas.

El Atlético de Madrid se ha despedido de dos de sus jóvenes promesas, que militaban en el Atlético de Madrid "B". El motivo posiblemente haya sido el descenso del filial rojiblanco a la Tercera División. Estos dos jóvenes son Dani Aquino e Iván Alejo, que jugarán en Numancia y Villarreal "B" respectivamente.