martes, 26 de agosto de 2014

Factoría de guantes.

Lejos quedan los días en que cada vez que los rivales se acercaban al marco no sabías si girarte y aguantar la respiración o entornar los ojos y soltar lágrima al tiempo que rezabas plegarias que ni conocías. Temblabas por cómo respondería el arquero de tu equipo ante cualquier disparo rival.



Atrás quedaron tiempos de porteros mediocres en equipos de primerísimo nivel y porteros de futbolín en clubes de bajo presupuesto. Épocas de guardametas poco formados técnica y mentalmente, poco preparados para aguantar la presión que su puesto genera.
Difusos van siendo los recuerdos de Fabian Barthez en Manchester United, de Carlo Cudicini en Chelsea, de Helton en Oporto... Y más lejanos aún tiempos incluso más tristes, épocas de Carles Busquets o Roberto Bonano en FCB, de Albano Bizarri en Real Madrid, incluso del portugués Vitor Baía en cada uno de sus equipos en los que jugó desde que recaló en Can Barça hasta su retirada. Supuestas primeras espadas que hoy no serían más que mediocres alternativas.
Atrás, casi olvidada queda ya, la era de los guardametas inseguros, de los arqueros con prestigio mal ganado, de que equipos de primeras divisiones, que al ser tan escasa la oferta, la calidad, tengan que jugar toda una temporada deseando que la defensa intercepte cada balón; Real Sociedad con Mattias Asper, Hércules con Garean Huard, y un largo etecétera de indignos de la categoría.
Hoy, casi cualquier equipo tiene de qué presumir en cuanto a su valladar titular, y no sólo eso, sino incluso en la suplencia, tan importante en el rendimiento final de ambos implicados.
Vivimos en una época de bonanza y explosión técnica en la fábrica de guardametas, innumerables son los arqueros capaces de levantar al respetable cada domingo con sus estiradas... Son grandes tiempos para la lírica.

Al margen los equipos de primer nivel, cuyo presupuesto hace suponer que siempre tendrán lo mejor de cada casa, destacable se hace que la mayoría de equipos medios o bajos, tengan que preocuparse únicamente de 10 jugadores, ya que el primero de ellos, su portero, suele ser un seguro de vida.
Ejemplo claro, centrándome en la Premier League al destacar, a mi entender, sobremanera, es el de A.Villa, siendo Bradley Guzan un jugador cuya estética difiere totalmente de sus prestaciones. Bueno en el uno contra uno, grandes reflejos en estático, mejor colocación y pocas carencias reseñables, pensando aquí que para el Sr. Timoty Howard-que tanto nos ha dado- las horas como 1 en la selección americana están contadas.
Tim Krull es otro caso evidente del nivel de retaguardia, del verdadero "último hombre" que han alcanzado equipos sin elevadas aspiraciones. Portero sobrio y seguro, con confianza, que no cesa de dirigirse a su línea defensiva y ordenarla, que manda y domina, con espíritu de capitán y unas características técnicas dignas de formar en cualquier equipo aspirante a títulos.
Vorm en Swanssea, Adrian en West Ham, Speroni en Palace, Boruc en Sotom, Mignolet en Liverpool, Begovic en Stoke...
Ellos -y muchos otros- son claros ejemplos de la actualidad, del buen trabajo que los preparadores de porteros en categorías inferiores de todo el panorama europeo deben de estar haciendo.
Y como antes signifiqué, la suplencia espera, el hombre número 13 ahora sí está preparado para saltar al césped cuando se le necesite, ya no suele ser una figura que únicamente está en la plantilla para poner la mano a final de mes y acumular palmarés, haciendo con ello que la competencia sea feroz, que el guardameta a priori titular no pueda confiarse un segundo, y generando titánicas luchas en los entrenamientos para hacerse con un puesto en el 11 inicial.
En definitiva,  un tributo a la preparación actual de los valladares de portería, a su propio sacrificio y al de los encargados de potenciar sus cualidades.
Con ello, con lo que se puede ver hoy bajo palos, ganamos todos los espectadores, casi más que con un gol de bella factura o un dribling vertiginoso.


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